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Mi amigo Carlos, ese que me quiere tanto que cuando va a su Burgos natal me trae morcillas de Sotopalacios, me mandó hace poco un whatsapp que decía:
A veces, me asalta la tentación de alabar la reducción de peso en alguien, como decirte que me ha parecido que estás más delgada en alguna foto, pero luego pienso, ¿y cómo justifico que eso a mi juicio me parezca que estás más guapa? Y entonces prefiero no decir nada.
De hecho, en realidad me gustan tus curvas más que tus delgadeces. Todo el hecho de valorar el aspecto físico siempre me ha parecido un mal necesario, pero como es muy rentable hacerlo, al final uno cae en los halagos.
Y yo le respondí «Vaya, creo que escribiré un artículo sobre esto».
Carlos es un hombre con necesidad cognitiva, como dicen los manuales de Psicología de la UNED. Es decir, necesita pensar y analizar, y además disfruta haciéndolo. Y yo también. Eso nos ha llevado en muchas ocasiones a largas disertaciones por whatsapp o con un café.
¿Por qué siempre hablamos del físico?
Vayamos por partes. Las reacciones habituales de las personas son absolutamente normales porque responden al aprendizaje que hemos recibido por crecer en la sociedad en la que nos encontramos y sus valores asociados. Se han pasado la vida diciéndonos que teníamos que encajar en el molde y ser como se espera de nosotras o nos íbamos a quedar más solas que la una.
Ya ves, ni que estar sola fuese malo, con lo bien que se está en tu propia compañía.
Y es que esa afirmación en sí misma ya es perversa. Porque te están diciendo que algo en ti está mal (o toda tú) y que si no cambias, nadie te va a querer (ningún hombre, se sobreentiende) y te quedarás sola.
Con esa afirmación ya te hacen sentir que no tener pareja debe ser lo peor que le puede pasar a la gente adulta. No sabes cómo será, pero bueno no puede ser cuando te amenazan con ello.
Cuando mis hijos eran pequeños y no me hacían caso comencé a utilizar una técnica milagrosa: La cuenta atrás. «Quiero que recojas lo que has tirado y solo cuento hasta tres: 1…. 2…». ¡Oye, volaban!
Una amiga lo presenció una vez y no daba crédito. Me preguntó ¿Y qué les haces cuando llegas hasta 3? Le dije: «No lo sé, nunca he llegado a 3, siempre obedecen antes».
Pues quedarte sin novio debe de ser como llegar hasta 3, o eso nos hicieron creer.
Hay diferentes moldes en los que debíamos encajar: Tener buen carácter (o más bien, ser sumisa), no contestar, ser limpia, ser bonita, estar delgada, ser buena estudiante, ser sexy pero sin parecer golfa, cocinar bien, ser delicada… Pero hoy vamos a hablar de lo que nuestra sociedad considera un cuerpo normativo.
Qué es un cuerpo normativo
Normativo significa «Que sirve de norma o se encarga de fijar las normas». No significa que sea bueno o mejor, ni malo o peor. Refleja lo habitual, lo frecuente. Es una característica, no un valor o una cualidad. Tener un cuerpo no normativo también es medir 190 cms de altura. Es diferente a lo habitual, pero no por ello incorrecto. Aunque no es eso lo que nos contaron, ¿verdad?
Pero por esa razón es comprensible que cuando una persona baje de peso, le digan «Estás más guapa». Y es que la persona que está expresando su opinión también ha estado expuesta a las creencias sociales sobre cómo debería ser un cuerpo.
Y oye, hay veces que es verdad que se está más guapa. Pero tampoco siempre.
Pero cuando alguien te dice que estás guapa al haber adelgazado, lleva implícito que antes te veía más fea, aunque no te lo dijese. Además, si esa persona ha subido y bajado de peso varias veces en su vida, es inevitable que piense «Bien, y si vuelvo a recuperar peso, ¿qué pensará entonces de mí?». Con lo cual la aprobación social está condicionada a tu delgadez. Y eso es sumamente perverso.
Tampoco se trata de hacer como que no se percibe el cambio. En mi opinión, se puede tratar con absoluta naturalidad y decir algo como «Menudo cambio, ¿qué tal te encuentras?» y permitir que sea la propia persona quien etiquete su estado. ¿Se te ha ocurrido pensar que quizá ha adelgazado a causa de una enfermedad?
Puestos a elogiar, podemos reforzar su fuerza de voluntad. Siempre felicito a las personas que me cuentan que han dejado de fumar. Nunca he fumado, pero creo que debe ser necesario un esfuerzo titánico. Que ha ganado en salud, ya lo sabe y no necesita que yo se lo diga.
A diferencia del ejemplo anterior, la salud no siempre se puede inferir de una bajada de peso. Hay muchas formas de bajar de peso y no todas son saludables. El sobrepeso y la obesidad no son buenos, 100% de acuerdo.
¿Cómo definirías la salud?
Podríamos decir que la salud es la ausencia de enfermedad, pero la OMS va mucho más allá y afirma que «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
¡Toma ya! La parte física solo es un tercio. Para sentirnos saludables hemos de cuidar también nuestra salud mental (tan denostada en nuestro país) y las relaciones sociales.
Sin embargo, un cuerpo no normativo afectará a la parte de salud física con bastante probabilidad, pero también a la salud mental y las relaciones sociales de esa persona. Lo primero es un hecho físico contra el que nada podemos hacer, pero los dos siguientes puntos se derivan fundamentalmente de una serie de creencias y prejuicios contra las personas de cuerpos no normativos.
Cada vez que decimos ¡Qué guapa te has quedado! a alguien que adelgaza, hace que se sienta aceptada, que encaja en el molde, que se ha convertido en lo que se esperaba de ella. Eso le puede llevar a avergonzarse de su yo pasado, cosa que me apena mucho, yo siento una gran ternura por mi yo del pasado y todas sus limitaciones y miedos.
Y, de otro lado, esa persona deducirá sin mucho esfuerzo que si la delgadez le premia con aceptación, recuperar el peso le proporcionará rechazo social. Y así se inicia la rueda de la obsesión por bajar de peso cuando muchas veces ni siquiera es necesario.
La aceptación social no está ligada a la salud de la persona. La sociedad no rechaza a un fumador, solo si alguien tiene a uno al lado y le molesta el humo, pero generalmente si no le afecta no será penalizado. O de un bebedor, exactamente lo mismo.
Dejemos de opinar sobre el aspecto de los demás. Y acostumbrémonos a saludarnos con expresiones que no aludan a nuestro físico, ni en negativo ni en positivo.


¡Cuánta razón! En mi caso adelgacé bastante peso pero me sucedió exactamente lo contrario. Siempre pensando que cuando adelgazase me verían mucho mejor y encajaría mejor en la sociedad y la respuesta de la sociedad fue: «te has quedado demasiado delgada, estás fea». Vaya, cuando estaba gorda debía adelgazar y cuando adelgazo estoy demasiado delgada. Nunca vamos a «complacer» si no hacemos las acciones desde el corazón y la razón.
Incluso a mi, sabiendo lo que esconde el «que guapa estás» tras haber adelgazado, me nace decirlo cuando alguien cercano adelgaza. Es una lucha constante contra nuestra mente cargada de creencias sociales. Pero con esfuerzo todo se consigue.
Maravillosa como todos tus post.
Te admiro yolanda
Yo también soy comedor a compulsiva y espero algún día poder superarlo como tú lo hiciste. Un saludo
Por cierto somos tocayas
Me hace feliz que te haya gustado Yoli.
Un abrazo enorme.
(Sé que lo lograrás)
Exacto Melanie.
Nunca estamos a gusto de los demás, por eso hay que estar como queramos y punto.
Y sí, por eso digo que no se trata de culpar a las personas que hacen el comentario, porque todos hemos sido expuestos a las mismas creencias y estamos condicionados. Para mí es suficiente con que seamos conscientes y tratemos de evitarlo siempre que podamos.
Un abrazo enorme, preciosa.
Genial el post!!! Es bueno que aunque no culpemos al que elogia, por lo menos se empiece a hablar de este tema para que la gente reflexione un poco antes de hablar, como ocurre con los típicos comentarios sobre…a ver cuándo te casas…y cuando te casa a ver cuándo tienes hijos…sin saber las razones por las cuales esa pareja no tiene hijos, a lo mejor no quieren…yo creo que a base de visibilizarlo se ha mejorado ese aspecto. Gracias por tus palabras..
Exacto Mamen,
No se trata de culpar a nadie, ni de hacerlo sentir mal. Pero sí que debemos tomar conciencia de lo que llevan implícito las palabras muchas veces.
Un fuerte abrazo,
Yolanda