¿Qué es la zona de confort?

La zona de confort es ese estado de aparente comodidad, donde puedes prever lo que va a suceder y eso te da seguridad. Es decir, la rutina, lo que conocemos y a lo que estamos acostumbrados... aunque sea malo. Las discusiones con tus hijos o tu pareja. El café de media mañana con los compañeros de trabajo. Estar en el mismo puesto laboral desde hace años. Tener los mismos amigos. Vivir en la misma ciudad. Salir por los mismos bares. Y hasta el maltrato de tu pareja… eso es tu zona de confort.

Yo creo que deberíamos llamarlo zona de seguridad, porque confortable realmente no es. Preferimos saber lo que pasará después, aunque sea algo negativo. Esto sucede porque no toleramos la incertidumbre y anticipar sucesos nos crea ansiedad. Habitualmente, preferimos vivir una vida mediocre, antes que arriesgarnos a lo desconocido. Quizá detestas tu trabajo, pero tienes el sueldo asegurado y no te atreves a cambiar de empleo. Eso es mantenerse en zona de confort. Lo explican muy bien en este vídeo.

¿Por qué seguimos ahí?

Detrás de algunos cambios hay riesgos importantes, como los ingresos económicos de la unidad familiar y hay que ser cautelosos. No estoy diciendo que haya que liarse la manta a la cabeza y despedirse de tu empleo indefinido como administrativo. Dejar todo y vender tu casa para irte a alquilar tablas de surf a las playas de Tarifa. ¿O sí?

[ctt title=»Sólo te pido que sueñes por un momento: ¿Y si…?» tweet=»Sólo te pido que sueñes por un momento: ¿Y si…?» coverup=»2R61r»]

Es cierto que hay cambios grandes que dan miedo, mucho. Pero ese miedo responde a una resistencia neurológica a los cambios, así como a todo nuestro sistema de creencias. Hemos crecido programados para la seguridad: Casi todo el mundo quiere un puesto de trabajo indefinido y aún mejor si es funcionario. La vivienda ha de ser en propiedad y acumulamos un montón de cosas en casa «por si acaso».

[ctt title=»Nos enseñan la pérdida como un fracaso. Cuando primero hay que perder algo para poder recibir lo nuevo.» tweet=»Nos enseñan la pérdida como un fracaso. Cuando primero hay que perder algo para poder recibir lo nuevo.» coverup=»Lfldh»]

¿Cómo puedes mejorar?

Implementando pequeños cambios en nuestro día a día que te ayuden a vencer esa resistencia al cambio. Eso sería una estrategia para expandir nuestra zona de confort.

Puedes empezar por ir al trabajo por un camino diferente. ¿A que vas siempre por el mismo? Dormir en el otro lado de la cama. Usar la mano no dominante para algunas tareas como comer o lavarte los dientes. Esforzarte en conocer gente nueva. Viajar a un lugar donde no has estado. Hacer actividades solo, como ir al cine, a tomar un café, a cenar, o a un viaje. En resumidas cuentas, cualquier cosa que no haces habitualmente.

Platos nuevos

Yo misma, trabajo esto de vez en cuando. En mi último taller en Zaragoza, cuando paramos a comer todos juntos, había callos en el menú y me animé a probarlos. La última vez que intenté tomarlos fue hace unos 30 años. Así que ya tocaba darles otra oportunidad, a pesar de que el aspecto me resulta desagradable.

Me sirvieron un plato, comencé a tomarlo y el sabor tan intenso y la textura no me agradaba. Paré y pensé que quizá lo percibía así por mi creencia previa de que era algo repulsivo. Pensé: «Yolanda, desde cero, no sabes ni cómo se llama este plato ni de qué está compuesto». Respiré y metí otro bocado. Tomé unas siete cucharadas y ahí me planté. Definitivamente, no me gustan los callos. Pero esforzarme en probarlos fue una expansión de mi zona de confort. No es tan difícil, ¿no crees?

Retos nuevos

Como os conté hace un tiempo, formé un grupo de fotografía con el que salimos de vez en cuando a hacer fotos y tomar algo. Además, tenemos un grupo de Whatsapp donde compartimos fotos para conocer la opinión de los demás, cursos, ofertas, etc.

José Miguel es integrante del grupo y nuestro estilo fotográfico es totalmente opuesto. Hasta el punto de que, cuando sube fotos pidiendo opinión, siempre encuentro mejoras a hacer y me fastidia parecer una sacapegas. Él es un buen profesional, es su estilo el que difiere del mío y no digo que uno sea mejor que el otro.

El otro día subí unas fotos mías al grupo y José Miguel me abrió un privado proponiéndome hacerme una sesión de fotos. Le dije «No funcionará, tenemos estilos enfrentados». «Precisamente por eso -me dijo él-, ahí está el reto«. Y yo, que me gusta un reto más que a un niño una tiza, vi otra oportunidad de salir de mi zona de confort. Es mucho más fácil criticar las fotos de JM que posar para él. 😉

Así fue como quedamos en su estudio. Empezamos la sesión a su estilo, en el que yo no me sentía nada cómoda y se notaba en las fotos. Así que le pedí hacerlo de otro modo: Él se encargaba de la parte técnica de foto e iluminación y yo me encargaba de las composiciones y de posar.

Os dejo un par de fotos del resultado. Mi favorita es la del oso. Ese oso de peluche era de mi madre y tiene un gran valor emocional para mí. Para esa foto quise quitarme la bisutería y hacerme pequeña, acurrucarme en el suelo abrazada a él y desdibujarme en el fondo para cederle a él el protagonismo. Si queréis ver más fotos de José Miguel Calvo podéis entrar aquí.

¡Ahora, tú!

¡Venga, márcate algún pequeño cambio que te ayude a hacer mayor tu zona de confort! La suma de varios cambios pequeños te prepararán para asumir otros mayores. Te animo a dejar en comentarios, aquí o en Facebook o Instagram, lo que has intentado y cómo ha resultado.