Dicen que hoy es el Blue Monday. Y lo dicen porque en 2005, Cliff Arnall, un profesor universitario, aseguró haber encontrado la fórmula matemática que determinaba cuál era el día más triste del año. Llamadme escéptica, pero yo percibo la misma sensación en mi entorno cada lunes. Lo habitual es que a las personas no les entusiasme su trabajo y su vida diaria. Y digo “lo habitual” porque estamos unos cuantos que no lo vivimos así. En fin, que o bien no existe el Blue Monday, o todos los lunes son Blue Monday para el 85% de la población.

Pero, voy a darle una oportunidad. El profesor de Cardiff obtuvo la fórmula teniendo en cuenta valores como el clima (lo siento, pero en mi ciudad hemos tenido sol y unos maravillosos 11 grados), las deudas por los excesos del período navideño (cero euros, en mi caso), el tiempo que ha pasado desde Navidad (Ah, ¿pero que se ha acabado? Porque yo aún llevo los pendientes de reno que me regaló mi amiga Nuria), el tiempo transcurrido desde que intentamos modificar un mal hábito (5 minutos), las motivaciones que nos quedan (las tengo todas!) y la necesidad de actuar para cambiar lo negativo de nuestras vidas (vaya, eso es tarea diaria, creo).

Vale, no soy la ciudadana tipo, pero no me negaréis que esta fórmula hace aguas por varias partes.

Me hace mucha gracia, porque hoy he retomado mis caminatas diarias y he aprovechado a devolverle a mi amiga Conchi las muletas que me prestó para poder caminar desde el accidente que sufrí el 30 de diciembre (si quieres un día Blue, ponme ese, anda) Y, claro, después de tanto tiempo sin andar, he notado muchísimo la pérdida de forma. No he subido de peso estas Navidades porque he comido exactamente igual que el resto del año, salvo algún trozo de turrón. Pero sí que es cierto que el verano pasado subí de peso porque paré por completo mis caminatas mientras desarrollaba mi formación online y también dejé de planificar mi alimentación. El resultado fueron unos cuantos kilos de más, que aún no me he tomado en serio rebajar.

Esta mañana, mientras caminaba, pensaba que sólo quedan dos meses y medio para Semana Santa. Y, en esas fechas, yo quiero retomar mi proyecto del Camino de Santiago en solitario. Siendo honesta conmigo misma, he de bajar peso y aumentar resistencia física para retomar mi aventura. Si me reñís por cada kilo que llevo de más en la mochila, no imagino llevarlos en el cuerpo. Así que, me he dicho: “Yolanda, tienes dos meses y medio”. Así que parece que el BlueMonday no nos afecta mucho por esta zona… Y todo el camino de vuelta, después de dejar las muletas, he venido haciendo mentalmente el plan de acción. ¿Quieres saberlo?

El objetivo es bajar peso y aumentar resistencia física. Hasta donde llegue. Si bajo 2 kilos, bien. Si bajo 5, mejor.

El tiempo será desde hace un par de horas que lo he pensado hasta que retome el Camino de Santiago, la semana anterior o posterior a Semana santa, para evitar aglomeraciones. Lo dicho, 2 meses y medio.

Cambios que voy a implementar para lograrlo: En cuanto a alimentación, reducir licencias sin llegar a prohibir, pero últimamente me concedía más de la cuenta. Reducir ¼ las cantidades en las comidas principales.

En cuanto a ejercicio, cumplir el reto #memuevo4de7 con caminatas diarias de unos 6 kms, 4 días a la semana. Las semanas que sea posible, en la medida que me lo permitan los pies, hacer una quinta sesión, de 9 kms, cumpliendo el reto #memuevo5de7.

Un gran saboteador que puedo encontrar es el mal tiempo (si llueve o hace mucho frío no salgo a andar) que, para enfrentarlo, trataré de salir a mediodía con temperatura más alta. Otro punto que me puede dificultar el objetivo es el exceso de trabajo. En verano me pasó lo mismo y ahora inicio varios proyectos a largo plazo que me van a requerir mucho tiempo.

Cuando digo mucho tiempo, me refiero a no parar ni los fines de semana y hacer jornadas de trabajo de no menos de 12 horas diarias. Sí, dedicarte a lo que te apasiona tiene eso, que se te pasa el tiempo volando y no pararías nunca.

Bien, para vencer ese pensamiento de “No tengo tiempo y este proyecto corre prisa” me comprometo conmigo misma a anteponerme a todo lo demás. Ningún proyecto es tan importante como el de respetarme y cuidarme, así que mi actividad física será prioritaria sobre mis proyectos profesionales, salvo algo extremadamente puntual.

Como reforzador, voy a usar la concha de peregrino que me regaló mi amiga Sonia. Y, aunque ella diría que “Santi” me dará fuerzas, yo la voy a usar como anclaje visual en mi despacho para que, cada vez que alce la vista, me recuerde cual es mi objetivo personal para las próximas 10 semanas.

Como segundo reforzador, me voy a poner la pulsera que me regaló mi hermana Lulú cuando estuvimos en Santiago de Compostela y que nos pusimos juntas cuando fui al Camino la última vez. Las pulseras es algo que uso a menudo como reforzadores, las chicas de mi escuela online lo saben bien. Son cómodas, las llevas siempre encima, nadie tiene por qué conocer el significado y las ves varias veces al día, y te conecta con tu objetivo.

Cuando hablo de reforzador o anclaje visual, ya habrás deducido que me refiero a algún objeto que, con sólo mirarlo, me recuerde el objetivo en el que he de enfocarme y me ancle a él. Algo que lo vea e, inmediamente, piense: «Eh, Yolanda, estás con este reto».

También usaré algún hashtag en mis publicaciones en redes sociales, algo así como #operacionCamino o #retoperegrina. O, pensándolo mejor, voy a usar uno más genérico, tipo #retoSS, por si alguien se anima a marcarse un objetivo hasta Semana Santa y compartimos publicaciones. ¿Te animas conmigo a trabajar algún objetivo hasta finales de marzo y publicar en tus redes sociales con el HT #retoSS?