separacion nada es para siempre

Separación. Nada es para siempre.

Ayer publiqué esta foto en Facebook y se produjo el siguiente diálogo en los comentarios:

Amiga 1: Hubo y ya. Pues sí que fue corto y triste, no?

Yo: Corto, sí. Triste, no tiene por qué.

Amiga 1: Pues poco placentero, a eso me refería triste de tiempo, poco para disfrutarlo.

Yo: Yo creo que lo importante es que, el tiempo que dure, sea bonito para que valga la pena.  No siempre lo extenso es lo mejor.

Amigo 2: Claro. Pero si dura siempre siendo bonito, mucho mejor, no crees?

Yo: Nada dura para siempre. Una separación no siempre es algo negativo.

A menudo bromeo con el “Nada dura para siempre. Que me lo digan a mí que soy single”. Pero no lo digo con tristeza, sino con el convencimiento de que nada es eterno y está bien que así sea. Nos han programado para buscar seguridad, para conformarnos y no arriesgar. Nos han hecho creer que algo duradero tiene más valor que algo temporal.

¿Debe ser eterno?

¿Cuánto dura un amanecer, o un beso? ¿Acaso la puesta de sol pierde su magia por no permanecer visible las 24 horas del día? ¿O es precisamente su brevedad lo que la hace especial? Cortamos flores para disfrutar de su belleza y aroma, aún sabiendo que aguantarán apenas unos días. ¿Tendría sentido renunciar a tus vacaciones porque sabes que sólo durarán una semana?

Pretendemos que todo sea perfecto. No nos vale con vivir algo maravilloso, además tiene que ser eterno. Las cosas son perfectas tal y como suceden. Otra cosa es que no resulten lo que esperábamos, o que no casen con nuestras expectativas. El problema es nuestro, por esperar que sucedan cosas que, quizá, no tienen que ser.

Creamos expectativas acerca del futuro de nuestros hijos, de cómo se comportarán nuestras parejas. O de cuánto durará una situación, de si nos renovarán el contrato de trabajo… Somos nosotros quienes creamos una ilusión y esperamos que la realidad se adapte a ella. La vida es como es y las personas son como son, nos guste o no. Las relaciones duran lo que tienen que durar. Y vuelta a empezar.

La vida son ciclos: Una separación es un comienzo.

La vida son ciclos, etapas que se cierran dando paso a otras nuevas que se abren. Vivimos la pérdida y la separación con dolor y tratamos de aferrarnos a ella. En vez de entender que es un canal de parto a una nueva experiencia que no sabemos qué nos deparará. Lo hacemos así porque nos asusta lo nuevo y desconocido. Porque vivimos programados para el confort y la estabilidad.

 ¿Te suena el “Más vale malo conocido que bueno por conocer”? Pues quédate con el malo, si quieres, porque yo espero conocer al bueno. He pasado toda mi vida sin embarcarme en experiencias por miedo a que no durasen. Ahora, desde mi máxima Hoy estoy, mañana no lo sé, no renuncio a ninguna experiencia o persona que me haga feliz en el presente. A menudo digo «Me gusta tanto que quiero vivirlo, así dure dos días o dos años».

A mí dame romances intensos, besos con lengua, miradas que abrigan… Comida exquisita, risas sinceras, buenos amigos, vacaciones… Abrazos que curan, sexo del bueno, verdades que duelen… Puestas de sol y flores cortadas… y que duren lo que tengan que durar.