Nuestra casa y nuestro espacio de trabajo no dejan de ser un fiel reflejo de nosotros mismos y, por lo tanto, es un buen indicador de cómo nos encontramos. Muchas de las personas que sufren compulsión por la comida, me dicen que son desordenadas (o compulsivamente limpias y ordenadas, pero son minoría). Eso aumenta el sentimiento de culpa, ya que se presupone que una mujer debe de ser limpia y ordenada, cocinar bien, ser buena madre, buena amante… Ayyy, ¡se nos piden tantas cosas!
Pues te voy a liberar de una carga: es tu parte compulsiva la que hace que tu casa esté desordenada, no tú. Es parte del patrón común de personalidad de las personas afectadas por este trastorno de alimentación. Por eso, cuando comienzas a controlar tu compulsión, también empiezas a ordenar tu casa y tu lugar de trabajo. Suele haber una sesión en que mis coachees se marcan como objetivo la gestión de las tareas domésticas u organizar su despacho. Cuando su alimentación se estabiliza y comienzan a encontrarse bien, sienten que no pueden vivir en ese entorno caótico, ya no va con ellas. Cuando tú te sientes bien, el desorden a tu alrededor provoca un ruido visual realmente molesto e incómodo.
Si comes de forma compulsiva y tu casa o tu mesa de trabajo es un pandemonium, te animo a que te propongas un plan de acción para ordenarlos. Verás cómo la tranquilidad de vivir en un entorno armónico y agradable te lleva a un estado de serenidad y conexión con el medio que te ayudará a manejar la compulsión por la comida.
Identifica los espacios donde más horas pasas al día, yo te he hablado de casa y trabajo, pero quizá pasas muchas horas en el coche y también puedes hacer de él un espacio más agradable. No intentes hacer todos de vez, si no quieres morir en el intento. Empieza por el que utilices durante más horas al día y la sensación de bienestar que te producirá arreglar ese, te dará fuerza y motivación para seguir con el resto. Somételos a una sesión de higiene: tira lo que no te sirva, arregla o deshazte de los objetos rotos o dañados, limpia lo que esté sucio. Aplica la tendencia minimalista, cuantas menos cosas tengas, más sencillo te resultará mantener el orden y lograrás más luz y sensación de amplitud. Trata de lograr siempre espacios diáfanos y luminosos que permitan la circulación de la energía.

Acabo de hacer esta foto de mi escritorio, con mi café y la vela de soja que me regaló Nuria, una de mis seguidoras y coachee.
Una vez que esté limpio y ordenado, cuando hayas terminado con la higiene, pasamos al maquillaje. Tú no te maquillas sobre los cosméticos del día anterior, ni te pones colonia antes de ducharte, ¿verdad? No se trata de gastar mucho dinero en decorar, por suerte ahora hay muchos establecimientos donde poder comprar objetos decorativos a bajo coste. Seguro que hay algún elemento decorativo que va especialmente contigo y con tu personalidad, algo que lo ves y piensas «Esto es muy mío», pues cómpratelo, date un capricho. Yo, tras superar mi problema con la comida, desarrollé un gusto especial por las velas, que antes no tenía. Me resulta difícil sentarme ante mi portátil a escribir si no enciendo una vela y me preparo un café caliente.
Hace unos días publicaba en mis redes de Vivirparacomer una foto de mi mesa de trabajo con una vela encendida y expliqué que prefería entenderlo como un ritual, más que como una manía, dentro de esa tendencia mía de positivizarlo todo, @intentarlohastaconseguirlo me dijo «Es tu luz, tu inspiración», ¿No es precioso?
En mi mesa de despacho tampoco faltan dos plantas naturales. Para mí es importante que no todo lo que me rodea sea inerte y las plantas son un complemento perfecto por su color, sus formas, la textura de sus hojas que a veces repaso con los dedos… Mi habitación es mi pequeño refugio dentro de mi casa, es donde más horas paso al cabo del día. Y, dentro de mi habitación, está mi mesa de despacho, que es mi centro neurálgico: Mi mesa, mi portátil, un sillón cómodo, mi vela encendida y mi café caliente…
Hace mucho tiempo leí un artículo que decía que los agentes inmobiliarios de Estados Unidos aconsejaban a los propietarios que tenían su casa en venta, que horneasen un bizcocho antes de recibir la visita de algún posible comprador, ya que todos asociamos el olor del dulce con nuestra infancia y establecemos una rápida conexión con la sensación de hogar. Así de importante es crear un ambiente cuidado, donde todo fluya, que refleje tu esencia… en resumidas cuentas: Tu casa eres tú.