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Hoy vengo con preguntas.

¿Conservas muchos recuerdos? ¿Son buenos?​​ ¿Cómo crees que sería perder todos tus recuerdos?

Es curioso cómo nos afanamos por conservar recuerdos. Nos hacemos fotos, entregamos detalles en nuestra boda o evento, compramos “recuerdos” en nuestras vacaciones…

¿Crees que alguien recuerda las figuritas o detalles que le dieron en aquella boda? ¿O recuerda lo guapos que estaban los novios, las lágrimas emocionadas de la madre, las bromas de los amigos ¡qué cabrones!, lo que le dolían los pies de bailar, o lo bien que cenaron en el restaurante?

No, la figurita no es el recuerdo.

¿Qué son los recuerdos?

Eduardo Galeano decía en El libro de los abrazos que recordar viene del latín re-cordis, que quiere decir “volver a pasar por el corazón”.

¿No es precioso?

Y es que cada vez que revives en tu memoria una experiencia, la vuelves a sentir. Recordar es volver a vivir.

A mí se me anegan los ojos de lágrimas cuando me acuerdo de mi madre, y mis hijos y yo reímos a carcajada limpia cada vez que nos acordamos de un pelotazo que le di en la nariz a un novio muy pijo que tuve, que se empeñaba en enseñarnos a jugar al tenis.

Volvemos a vivir esos momentos cada vez que los traemos al pensamiento.

Los recuerdos son, por lo tanto, un gran tesoro.

Yo, que tuve todo lo que la sociedad nos dice que necesitamos para ser felices y lo perdí, aprendí a dar más valor a las vivencias que a las posesiones. Y parte de las vivencias son los recuerdos.

Creo que es lo único que nos llevamos el día que morimos.

Hay personas que dicen que cuando alguien se lo está pasando bien de verdad, no se acuerda de hacer fotos.

Tengo trastorno por déficit de atención y te aseguro que​​​​​ si aún conservo algunos recuerdos es gracias a las fotos que hice en su día.

Pero de esto te hablaré en otro momento, que tengo pendiente contarte cómo se vive con TDAH siendo adulto.​​

recuerdo

El recuerdo nos mantiene vivos en la memoria de otros

Dicen que nadie muere del todo mientras quede alguien que le recuerde. Y estoy convencida de ello.

Mi madre estuvo 6 años enferma antes de morir. Me decía “Si por algo me sabría mal morirme es porque tus hijos son muy pequeños y luego no se acordarán de mí”.

Ayyy, las abuelas…

Cuando fuimos a llevar sus cenizas a la ermita de su pueblo, como ella nos había pedido, dejamos junto a sus restos un ramo de rosas y un dibujo que le habían ​​​​​​​​hecho mis hijos en una hoja de cuaderno, que decía: “Yaya, no te vamos a olvidar NUNCA”.

Y mientras te escribo esto lloro porque estoy recordando, reviviendo. Y ese día también lloré.

Cuando no podemos recordar

Tengo una persona muy cercana que está sufriendo porque su madre presenta un deterioro cognitivo muy rápido.

Yo no he vivido que mi propia madre no me reconozca, pero tiene que ser durísimo.

Tal es la fuerza de la memoria que tenemos la sensación de que cuando esa persona ya no recuerda, es como si la perdiésemos, como si dejase de estar con nosotros.

Nos duele que no esté presente, que se pierda las experiencias que nosotros disfrutamos.

La memoria es información codificada en nuestro cerebro. Cuando perdemos nuestros recuerdos puede ser que esa información haya desaparecido o que no seamos capaces de recuperarla.

recuerdos

Pero ¿un recuerdo solo es información?

Yo creo, quiero creer, que la memoria tiene un componente emocional que no se pierde del todo. Esa especie de percepción o intuición​​ que le acompaña.

Por ejemplo, yo puedo oler una colonia que usa la persona que va delante de mí por la calle y resultarme familiar ese aroma. La usa alguien que conozco, aunque no recuerdo quién. Pero sí sé si esa persona me cae bien o mal, porque su olor me llega asociado a sensaciones agradables o desagradables.

Por eso, cuando alguien que ha formado parte de tu vida te dice ¿Quién eres? quizá no tenga la información, pero confío en que mantiene la sensación que le transmites.

Estoy segura de que sigue percibiendo tu amor.

​​Porque no hay energía más fuerte ni motivación más grande que el amor.

Y, que me perdone Galeano, pero estoy convencida de que te vuelve a pasar por el corazón, aunque no pueda recordarte.​​​​​​​​

En fin, solo quería compartir contigo estos pensamientos en voz alta. Justamente este curso estudio la memoria en el grado de Psicología, aunque solo voy por la página 71 de un manual de más de 600.​​ Así que quizá en los próximos meses, te vuelva a escribir sobre este tema… si me acuerdo. 😉